Entrevistamos a… Juanma Marín

Responsable Dpto. Mantenimiento

Juan Manuel Marín lleva casi dos décadas siendo una pieza clave en Isaval. Llegó en pleno traslado desde las antiguas instalaciones y formó parte del montaje de la nueva fábrica, donde ha crecido profesionalmente hasta convertirse en responsable de mantenimiento. A lo largo de estos años ha vivido momentos muy importantes, como la DANA, en los que él y su equipo demostraron una entrega y compromiso ejemplares.

Hoy lidera un departamento esencial con la misma ilusión, responsabilidad y ganas de seguir impulsando el crecimiento de Isaval.

Juan Manuel Marin - en primera persona

 

 

¡Hola Juanma! Para empezar, cuéntanos un poco sobre ti: ¿cómo te definirías y cómo llegaste a formar parte de Isaval?

Yo me defino como una persona responsable y comprometida siempre a dar lo máximo de mí. En Isaval empecé un 2 de enero de hace ya casi 20 años y me incorporé para hacer el traslado de las instalaciones de Aldaya y montar las nuevas instalaciones.

 

¿Recuerdas tus primeros días en la empresa? ¿Qué sensaciones tuviste cuando empezaste?

Mis primeros días aquí en Isaval fueron intensos porque empezamos con el traslado y, en tiempo récord, teníamos que desmontar una planta en un sitio y trasladarla aquí para ponerla en marcha lo antes posible. Al principio la palabra es ilusión, ilusión de ver cómo arrancaba algo grande.

 

Has crecido profesionalmente dentro de Isaval hasta convertirte en responsable de mantenimiento. ¿Cómo ha sido ese camino?

Pues empecé siendo un mecánico de campo, estando con las manos sucias todo el día prácticamente, hasta que poco a poco hemos ido evolucionando. El momento clave fue cuando mi encargado por entonces, Antonio Parra, tuvo que dejarlo y tuve que coger su puesto y las riendas de mantenimiento. Al final es un peso bastante grande, pero a base de constancia y lucha consigues sacar a flote todo lo que te propongas

 

¿Qué aprendizajes o etapas destacarías de tu trayectoria dentro del departamento?

Aprendizajes… Pues lo primero, la parte que me tocaba, aprender cómo funcionaban las máquinas y, luego, aprender cómo funcionaban los procesos de la fábrica. A raíz de ahí, ya entiendes cómo funciona toda la cadena desde que se descarga una máquina hasta que sale el envase para el cliente.

 

¿Hubo algún momento que marcara un antes y un después en tu desarrollo profesional dentro de la empresa?

Han sido momentos continuos. Cada día aprendes una cosa nueva y, cada día, hay un cambio nuevo. Es cuestión de adaptarse. Como momento podemos decir lo de Antonio, que pasamos de tener su apoyo a tener su consejo, teniendo que aprender a aconsejarme yo solo y a ponerme las pilas.

 

Uno de los momentos más críticos para Isaval fue la DANA que sufrimos hace un año. ¿Cómo viviste aquel día desde tu posición?

Desde mi posición tuve que desconectar del tema personal de la DANA y enfocarme en la planta, que era algo en lo que habíamos trabajado durante 20 años. Verlo cómo todo se cubrió de barro fue duro.

 

¿Qué fue lo más difícil de gestionar en esos días?

Lo más difícil de gestionar fue que era un poco caótico todo. Teníamos muchas empresas externas, mucha gente con ganas de ayudar, pero había que coordinarnos todos, enfocarnos en puntos concretos y decir: “vamos a por esta parte, vale, esto está hecho”. Todo eso hasta que conseguimos poner la planta más o menos como está ahora.

 

Viendo la reacción del equipo de mantenimiento y cómo trabajasteis para que la empresa pudiera volver a funcionar, ¿qué sientes al mirar atrás?

Yo siento orgullo de mi equipo. Se han comportado como unos auténticos espartanos. Han estado al pie del cañón en todo lo que les hemos pedido. Yo les pedí un 100% y ellos me dieron un 200%.

 

¿Crees que aquella experiencia cambió algo en la forma de trabajar o de entender vuestro rol dentro de la compañía?

Sí, hemos aprendido a gestionar el caos. De pasar del caos a un orden mínimo. Al final somos todo un engranaje: Si falla algún eslabón de la cadena, se para la cadena. Ahí te das cuenta de que formas parte de esa cadena.

 

¿Cómo es un día típico para ti como responsable de mantenimiento?

A parte de nuestros trabajos programados, es una lotería. Decir: “A ver hoy qué problemilla tenemos”. Pero nada que no se pueda solucionar.

 

Mantenimiento trata con imprevistos, urgencias y tareas de prevención. ¿Qué parte disfrutas más?

Pues la parte que más disfruto son las nuevas instalaciones. Es lo que más ilusión me da, poner en marcha algo nuevo. Ahora, la parte positiva, es que hemos renovado un montón de cosas y estamos aprendiendo de otras máquinas nuevas e intentando entender cómo van para sacar lo máximo de ellas.

 

¿Cuál dirías que es el mayor reto de tu departamento hoy en día?

El mayor reto es adaptarnos a los nuevos cambios y las nuevas tecnologías. Todo lo que hemos aprendido en este camino nos sirve de base y, ahora, nos estamos adaptando a todo lo nuevo que nos viene.

 

Mantenimiento suele ser un departamento un poco “héroe en la sombra”, que está presente siempre que algo falla. ¿Cómo llevas esa responsabilidad y esa visibilidad tan particular?

Pues es una carga bastante pesada saber que, si fallamos nosotros, falla todo o falla parte de la producción. Así que cuando nadie nos dice nada es porque estamos haciendo bien nuestro trabajo y es cuando más se nos reconoce.

 

Después de tantos años, ¿qué valores crees que hacen que Isaval sea especial?

La innovación y el desarrollo por el que apuestan.

 

Tu departamento es esencial para que todo funcione. ¿Qué destacarías de tu equipo?

El trato personal y el buen ambiente que hay en el equipo.

 

Si tuvieras que definir a Isaval en una sola palabra, ¿cuál sería?

Seguridad.

 

Mirando tu trayectoria, ¿de qué logro o momento te sientes más orgulloso?

Pues me siento orgulloso de llegar al puesto que tengo y de ser el responsable de todo esto que tenemos aquí montado.

 

Y, para terminar, ¿qué es lo que más te motiva a seguir formando parte de Isaval después de tantos años?

Sobre todo, la confianza que ha depositado en mí la empresa y el estar con ellos al cien por cien para lo que me pidan.